viernes

Águas de Março

É pau é pedra É o fim do caminho / É o resto do toco É o pouco sozinho / É um caco de vidro É a vida, é o sol / É a noite é a morte É o laço é o anzol /É peroba do campo É o nó na madeira / Caingá, candeia É matitapereira / É madeira de vento Tombo da ribanceira / É o mistério profundo É o queira não queira / É um vento ventando É o fim da ladeira / É a viga é o vão Festa da cumeeira / É a chuva chovendo A conversa ribeira / Das águas de março É o fim da canseira / É o pé é o chão É a marcha estradeira / Passarinho na mão Pedra de atiradeira / Uma ave no céu Uma ave no chão / É um regato, é uma fonte / É um pedaço de pão É o fundo do poço / É o fim do caminhono rosto desgosto / É um pouco sozinho É um estrepe é um prego / É uma ponte um ponto É um pingo pingando / É uma conta, um canto É um peixe, um gesto / É uma prata brilhando É a luz da manhã / É o tijolo chegando É a lenha, é o dia / É o fim da picada É a garrafa de cana / Estilhaço na estrada É o projeto da casa / É o corpo na cama É o carro enguiçado / É a lama, é a lama É um passo, uma ponte / É um sapo é uma rã É um resto de matona luz da manhã / São as águas de março fechando o verão / É promessa de vidano teu coração / É uma cobra, um pauÉ João, é José / É um espinho na mão É um corte no pé / É um passo uma ponte É um sapo é uma rã / É um belo horizonte É uma febre terçã / São as águas de março fechando o verão / É a promessa de vida

Redemption Song

lunes

diez

Ahora si que amanezco torcido, de hasta el espinazo. Con dificultad abro el ojo izquierdo y con la misma dificultad, a los trece segundos, abro el ojo derecho y busco ordenar el resto de mis pensamientos. ¿Donde es que exactamente me encuentro? Otra amarga faena de tratar de reconstruir los sucesos de las últimas tantas horas, que generalmente terminan en solo manifestar las primeras dos, antes de aventar el resto a la sub-conciencia. Ya en los años venideros descubriré, en tajos aparatosos y desafiantes (o en diminutos deja vues) todos esos cientos de minutos que por ahora se niegan a aflorar para platicarme como fue que me hallo, donde ahora, definitivamente me encuentro.
En mi mente, veo el rostro pecoso de Nicole alrededor de las seis de la tarde. Luego las caguamas frías de dos en dos (por aquello de la hora feliz), el incesante calor del otro lado de la ventana, Gimmie Shelter y Wild Horses retumbando en el ambiente-background. Después el aire acondicionado fluyendo por las rejillas. Los planes de acampar en Saldamando… y luego todo se enrarece y desaparece en el túnel de todas mis inconsciencias.
Pero bueno, eso es la parte perdida, semi-olvidada. Ahora, ya despierto, veo que estoy en el quinto piso de una palomera, en un minúsculo cuarto. Como puedo, me siento sobre el borde del camastro, una corriente fresca me termina de despertar. Me asomo por la ventana, la luna llena exactamente en el cenit, el centurión de Orión girando hacia el oeste; y hacia abajo, a lo lejos las luces encendidas del estadio. La cama ocupa casi el espacio total, el buró con un Judas Tadeo iluminado con la pálida veladora a punto de extinguirse. Una pequeña cuna completando el resto de los cuatro metros cuadrados. Y en la pared junto a la ventana que da al balcón, una pequeña maceta con una planta de cáñamo indio, sativa, preciosa verde, sana, respirando de la brisa fresca que llega desde el mismo mar.
Nicole yace acurrucada, la blanca piel de su cuerpo desnudo atravesado en el pequeño camastro. Me acerco a oler su respiración, tan suave que apenas la percibo. Al menos estás viva y es un temor menos, de entre esas tantas horas, que trato de acomodar en mi mente. Viva te dejo, y viva no te vuelvo a ver.
Atranco suavemente la puerta de tu palomera.
Sigilosamente con los pasos flotando en la madrugada, bajo al cuarto, al tercero y en el segundo piso me detengo a leer el los mensajes-grafitis, en la pared izquierda del último pasillo antes de bajar al primer nivel. Me llama la atención la respuesta de Tramos que reclamando territorio cruza en rojo la placa original de Killer, termina acentuando su firma con una omega: ω.
Ese mensaje no es para Tramos, lugarteniente de los Sangres, del Johnson.
Es para mí, y es una advertencia de Killer: Nicole va a desaparecer antes del amanecer del sábado y si no identifico los mensajes frente a mí, su muerte será solo una nota más en la nota roja del lunes y un número más en las estadísticas de la violencia del fin de semana.
Enciendo el carro, salgo silencioso del estacionamiento de los condominios y al ritmo de Kashmir, sorteo todos los vericuetos hasta llegar al boulevard.

jueves



Sin palabras...

...de Alto Cedro voy para Marcané...
...llego a Cueto voy para Mayarí...


...

domingo

friends-lovers-clones


everlasting friends

cloning sisters
from thy island’s throat

born

underneath the gloom
of the violet dusk

take me to the pleasure
of your darkest crust

bring me back the splendor
of your piercing scream

throw me to the daybreak
where the black sand spills

give me
your dance

give me
your temple

bring me
your love

martes

glacial

no pretendo esculcar
los rincones de tu alma
con las crudas falanges
con las huellas borradas
o los efímeros ritmos
descompasados

recorrerte sin tiempo
besando mis labios
con tus ojos
abiertos

hundiéndome en ti
sin sentir tu calor
sin sentir la sonrisa del climax
junto a tu amanecer

recibir la humedad
de culminaciones fingidas
orgasmos glaciales
conversaciones raídas

mejor espero
la vuelta completa del ciclo
algunas lunas llenas
y muchos cuartos
menguantes

en otra vida
en otros tiempos

beberé del color
de la sangre

tus jugos

(secreciones divinas)

en otros cuerpos
de otros tiempos

con otras almas
con otros atardeceres

disfrutando de las mismas músicas siempre

junto a otros clones de ti


Into the distance, a ribbon of black - Stretched to the point of no turning back - A flight of fancy on a windswept field - Standing alone my senses reeled - A fatal attraction holding me fast, how - Can I escape this irresistible grasp?

Can't keep my eyes from the circling skies
Tongue-tied and twisted Just an earth-bound misfit, I

Ice is forming on the tips of my wings - Unheeded warnings, I thought I thought of everything - No navigator to guide my way home - Unladened, empty and turned to stone - A soul in tension that's learning to fly - Condition grounded but determined to try

Can't keep my eyes from the circling skies
Tongue-tied and twisted just an earth-bound misfit, I

Above the planet on a wing and a prayer, - My grubby halo, a vapour trail in the empty air, - Across the clouds I see my shadow fly - Out of the corner of my watering eye - A dream unthreatened by the morning light - Could blow this soul right through the roof of the night -There's no sensation to compare with this - Suspended animation, A state of bliss

Can't keep my eyes from the circling skies
Tongue-tied and twisted just an earth-bound misfit, I

viernes

tu nocturno

No pretendo abstraerte de la noche

tu vida
tus sueños

es que el solo pensar en perderte

sin haber compartido
tus labios
tus cobijos sagrados
el calor de tu pecho
tu respiración…

amor distante
temor cercano

dolor.



poemas viejos, amarillos

Las mudanzas son como la vida, te detienes un momento y esculcas todos los rincones de tus posesiones. Estos textos me los encontré entre todo lo que he acumulado a traves de los años, curioso, siento que los escribí ayer, sin embargo son de hace mas de veinte años.

1

Dame
los silencios ocultos
en las nubes rojas del atardecer,
y tus dientes blancos.

Dame
la huella en los caminos largos
llenos de polvo espeso
y barro

Dame
las arenas blancas y saladas,
los esteros secos
las bahias negras

y del callado amanecer

dame el recuerdo.

2

La presencia es sendero
la ausencia
dolor.
Sendero de espontaniedades bañadas de rocíos matinales.
Dolor
de frases quebradizas,
estrelladas.

Sendero de vivencias
azul cielo,
palabras completas
azul mar.

Senderos paralelos que se alargan
que se extienden sin abrirse
que se mueren sin cerrarse.

La presencia es camino,
la ausencia
temor.

3

En mi soledad
los caminos son historias,
de silencios
rocas,
de sonrisas
vientos.

Porque en mi soledad no caben mas recuerdos,
y mis libertades se trazan en profundidades
oceanos vanos
universos fríos
surrealismos mudos
nada.

La soledad es un nudo en la garganta,
en el alma y despertar soñando.
Es querer atrapar la realidad
y estrangularla,
es pisar tiempos
y ver tiempos pisoteados.

Olvidar,
ser olvidado.

Tu y mi soledad se contradicen:
no existes
mi soledad es mi universo
naces
mi soledad se desintegra.

En mi soledad
las rocas siguen sin moverse.

4

Tengo la capacidad de amarte hasta el ocaso,
cuando el sol revierta su mirada,
y las sombras, calladas
se repartan.

Los colores se apagan con la noche
y los rostros
mudos
se reencuentran.

Tengo la capacidad de esperarte hasta el invierno,
para trazar juntos
senderos en la lluvia
para soñar juntos
la mañana.

5

Me quedó el sabor a arena húmeda
y salada,
me quedó la noche
disfrazada de murmullos,
disfrazada de alegrías,
de silencio entre palabras,
de presencia.

Me quedó el sabor
salado todavía de tu ausencia
y la música suave del recuerdo
me quedó el silencio
todavía
y la garganta seca.

Me quedaron versos y figuras
y poemas blancos
poemas ahogados
amarillos,
poemas secos,
frescos
incoherentes.

Poemas dulces con ideas inconclusas
poemas lisos
de infinitas dimensiones
que se pierden el la noche de los tiempos
y estallan
bañando el planeta de demencia.

Me quedó la vista clara
y el sendero
y el deseo inmenso de avanzar.

6

Me expando con la brisa matutina
de los caminos marinos
y con el palpitar callado
del vuelo de tu sonrisa.

Con el sudor salado
de jornadas verticales
en campos extranjeros,
con palabras escritas
que rompen soledades
en multitudes sedientas de existencias minimizantes.

¿quien reza entre concreto?

yo
porque mi libertad se quedó en los matorrales
y porque mi libertad con remiendos
es sumisa

los caminos se enchanzan
mi libertad se muere

7

Aquí me encuentro
sentado en el presente
con mi libertad rota,
pensando en un futuro que no sé
si para mi existe.

Muriéndome el pasado
olvidándome tu rostro
viviendo de recuerdos.

Aqui me encuentro
luego entonces
existo.

miércoles

tu matutino

No pretendo robar la pasión que derramas
por el amanecer

cuando al suave sabor del café
(acanelado)

recorremos los extensos chaparrales del sur
(rumbo a nuestra playa)

(la que nunca hemos compartido)

y a pulmón destrozamos las notas de Plant y de Page.

Solo quiero robarte un segundo y

ver el cielo estrellado a traves del alma cristal de tus ojos


Llenarme completo solo de tí

alcanzarte y gritar al desierto

justo el coro de un himno que debiera haberse escrito

hace cuatrocientos treinta y cuatro años

a las once y media de la noche...

...all my love...

...all my love...

...all my love...

...to you.

domingo

nueve

Me despierta un dolor agudo y penetrante, algo se cuartea en mi costado derecho. Contengo la respiración, palpo temerosamente los huesos de las costillas busco fallas-grietas-resquebrajaduras, me revuelvo entre los periódicos mojados, arrugados y las transparentes cobijas; buscando sangre o algún líquido capital que me revele si es que estoy deambulando en un sueño. O si las risotadas que veo rebotar en las puertas de hojalata de la farmacia y que se filtran de entre todos los colores y las vibraciones de la avenida, son acaso las mismas de quien te busca para cercenarte el cuello.
Aprieto la cabeza contra el concreto húmedo y busco entre toda esa amalgama de sonidos-ecos-resonancias, el timbre que iguale la voz de tu ejecutor. La frecuencia perfecta, la misma amplitud del grito del callejón. Siento y escucho el ritmo de sus pasos doblar dos cuadras arriba y desaparecer al detenerse por un segundo y apoyarse sobre alguna alfombra. Ya tengo grabado en mi hipotálamo el tono puntual que el peso de tu homicida, desordenadamente balancea, sobre sus grotescas botas de cocodrilo.
Como puedo me levanto, el dolor me sigue comiendo el vientre. Como si a cada movimiento, un cuervo negro, un monstruo de Gila, me devoraran el hígado en pedacitos. Avanzo a tientas y tropiezos de rodillas sangrando, arrastrando el abdomen y de nuevo a palpas y mas caidas; arrítmica comedia de errores hasta biológicos.

Un ebrio transeúnte me escupe la cara justo al doblar la esquina, pierdo la endeble vertical, y resbalo hasta el otro lado de la banqueta, golpeo de frente contra el oxidado tambo de los desperdicios de la cenaduría. Cuento exactamente noventa y ocho segundos de inconsciencia. Me despierta la lengua rasposa de un pulgoso galgo lamiendo el vómito de mi pescuezo.
Avanzo dolorosamente, de nuevo tratando de darle sentido a todo este costal de huesos, sangre y tendones que cargo bajo la dermis de mis sub-historias.

Ya lo siento cerca, ya lo miraré a los ojos y podré descubrir dentro de sus viles inclinaciones el plan imperfecto de tu sacrificio. Ahora sé que son nueve sus víctimas y sé también que si no alcanzo a llegar, tu serás la décima sacrificada.

sábado

caparazón de caguama.

Increíble. Doy la vuelta en la última glorieta después de pasar la cancha de la iglesia. Me topo de frente con una imagen que parece tomada del noticiero de las 10. Una vivienda en Kabul o Kandahar justo luego del paso de un "platoon" yanqui o la escena de un caserío palestino en Gaza, después de un ataque judío.
Detengo el vehículo y preparo la cámara, tengo el ángulo perfecto, el sol ya oculto detrás del caserío dejando en el ambiente una capa naranja-cálida. Al frente de la casa de la derecha mi vecina, una mujer mayor tranquilamente tejiendo, los vibrantes colores amarillos del estambre agregan belleza a la placa. Dos niños patean despreocupados una lata de aluminio. Sentado en la acera, frente a la casa de la izquierda, el albañil-velador de la obra de la esquina empinando una cerveza y observando a los plebes. Enmarcando el centro de la toma, la puerta de aluminio destrozada, descubriendo un patio atiborrado de muebles, papeles, cristales, ropa, enseres. Las ventanas con los vidrios rotos, algunas de las rejas despegadas de la base. Manchas de sangre en la puerta de la entrada.
Me quedo un instante y saboreo la escena, la belleza de la fotografía que estoy a punto de plasmar.
En este momento mi vecina detiene su tejer, voltea y me dirige un

–Buenas tardes vecino, ¿que agradable brisita verdad? –

Apago la cámara y la guardo debajo del asiento. Nunca grabo este momento.
Una hermoso atardecer de Julio en un barrial, como muchos, de mi querida Tijuana.

lunes

ocho

¿Acaso es que eres solo la enfermiza obsesión que gravita en la base de mi cerebelo? ¿O aquel recuerdo moribundo, podrido, que envenena ya todas las conexiones que brotan de mi razón? ¿O la loca ansiedad que nace en la madrugada y que para el ocaso es ya un gigante insoportable que hay que lapidar lanzándolo al sintético enajenamiento? ¿O acaso la apetencia carnal que descuartiza mis genitales y que se queda pegada a las manchas hediondas de la tela en mi bragadura? ¿O la hermosa sinfonía que inmortalizo y esculpo con trozos de latas de aluminio sobre el asfalto? ¿Qué no ven la partituras angelicales plasmadas entre el vomito y las huellas frescas de las ratas en las alcantarillas? ¿Cómo expreso la realidad de tu existencia? ¿Cómo te encuentro en medio de este caos infinito de prodigiosos poemas demenciales? ¿Cómo les explico a los transeúntes que no soy un loco? Que tú existes. Que la única manera de encontrarte es arrastrándome y hundiéndome en el lodo y en la suciedad, es asimilar el lenguaje de los animales callejeros, de los veladores, de las putas, de las ratas, de los gusanos que nacen entre los desperdicios. Que oliendo las manchas aun tibias de los orines en los paredones pueden darme la pauta, la ruta de tu verdugo.
¿Cómo los convenzo que no soy un demente desequilibrado natural del centro? ¿O un nómada esquizofrénico del primer cuadro?

domingo

siete

Los camerinos se encuentran en el mismo privado-mingitorio-letrina. Un largo y estrecho corredor de no más de tres metros de ancho que alguna vez fue el callejón que dividía el edificio de la limpiaduría y el del bar; hoy el bar ocupa los dos inmuebles.

Todavía con la imagen del monstruo en el medio de tus omoplatos, temblando empujas las pesadas cortinas de la entrada del bar. Seis pasos hacia la barra, doce segundos más y un gran sorbo de whiskey barato que se desliza por tu garganta, sientes el pecho caliente y las plantas de los pies hundiéndose en la alfombra. Te extraes de la dimensión del desasosiego y te lanzas al espacio de la complacencia, de la gratificación, el vicio soberano de todas tus subconsciencias.

Te diriges al tocador. Desde segundo retrete casi al final del pasillo puedes ver dos sombras meneándose por debajo de la derruida puerta de madera. Movimientos acompasados junto a frases desordenadas, bañadas en transpiraciones escarlatas, cerúleas. Las pestilencias sintéticas de la quema de rocas amarillas, el mercurio explotando al calor de los desquiciados y rapados montes carnales que se restriegan entre si. El resabio de la desesperación en la baba que se vuelca alrededor de las dos bocas que se muerden, labios y lenguas que se relamen todos sus escondites, senos aplastándose, bragas bañadas en el líquido que chorrea desde el fondo de las paredes de las maltratadas vulvas.

Abres la puerta. Los cuerpos se separan y te petrifican con su mirada vidriosa. Bocas abiertas, pómulos enrojecidos, residuos de líquidos pastosos resbalando por las comisuras labiales, respiraciones entrecortadas, arrítmicas, manojos irregulares de cabellos mojados adheridos a rostros. Cuellos estampados con marcas desemejantes, azul- bermejas, en forma de corazones desnivelados. Dorsos rasgados, encenagados con la mezcolanza de sangres, sudores, secreciones.

Cierras la puerta. Acurrucas en el rincón todas tus aflicciones y esperas en silencio el ritual con toda su luciferina parafernalia.

Manos flacas, hábiles movimientos, cajón mesa, oscuro privado, papel estaño, polvo café oscuro, jeringa aguja, sangre seca, vieja cuchara retorcida, candela consumida hasta una bola de sebo deforme, cinturón negro, ácido y agua.

Enciendes la candelilla y la cuadras bajo el metal ovalado, ya hierven las medidas exactas, se uniformizan. Burbujea ante tus ojos. Lloriquea al ascender al vidrio graduado. Estás lista ahora para violar de nuevo tu cuerpo con la borrachera de tu sub-realidad. Aseguras y aprietas el cinto sobre tu antebrazo izquierdo. El flujo disminuye. Tus venas expanden, despiertan. La aguja penetra silenciosa tu vena mayor. Se detiene. El embolo retrocede y ves tu sangre revolotear dentro del pálido cristal. Una curiosa danza exasperada donde nacen formas diminutas de colores difusos. El embolo avanza e inyecta el resto a tu torrente.

Uno y medio segundos y ya violan tu masa encefálica, ya digieren tus receptores y recorren tu alma desde el núcleo hasta la corteza.

Viene entonces la conciliación con la naturaleza misma, vives y tus dolores flotan; se elevan y se cuelan por entre las rendijas de las láminas oxidadas de la azotea. Lo último que alcanzas a ver, antes de escurrirte hacia tu firmamento. Es una lengua gigantesca que se incrusta en tu boca, baja por tu garganta y sacuden las paredes internas de todos tus intestinos.

Es apenas martes, el miércoles te alcanzará tu asesino.

sábado

seis

Ni siquiera me fijé en el gordo sentado al final de la barra. Guardé el cuaderno con los últimos garabatos de la noche al tiempo que mataba el último chisguete de cerveza caliente.

Podía oler en el ambiente del bar los nauseabundos accesorios de la muerte. Tenía que buscarte y prevenirte.

Sentí en el aire su presencia.

Si tan solo pudiera hurgar entre los pensamientos de quienes transitaban ese viernes por la noche. Como manada de bestias salvajes arrastrando sus ineficiencias, con la vista clavada en las deformes ranuras del pavimento. Deteniéndose de tanto en cuanto en los bebederos que palpitan y respiran sus luces rojas desde el fondo de agujeros siniestros; salivando la estampa de los cuerpos jóvenes con sus anchos perniles, de huesos orondos e infantiles miradas; con el coraje escondido entre sus pechos salitrosos, audaces y desiguales.

Si tan solo supiera como es tu rostro y cual el de tu asesino.

Crucé la plaza, doblé hacia abajo en la esquina. Dos puertas y descendí al abrevadero tácito del vecindario.

Cuatro escalones y me detuve a la entrada del socavón, escudriñando en el aire algún hedor definido, un sonido, alguna mirada que te vendiera; algún mensaje entre las psicodélicas humaredas que me gritara tu nombre o el color de los ojos de tu verdugo. Un trozo de conversación que se filtrara y brotara de entre las miles de frases cortadas y los cientos de fugaces pensamientos e ideas que rebotaban a ritmos anti-concordantes por debajo de las mesas, por detrás de la barra y a través de los espejos; una imagen que viniera y me susurrara tu presencia. Empatar en mi mente la esencia de tu transpiración, descollando de entre todos los olores que me queman las narices. Costras secas de pachuli- aqua velva-aramís restregándose contra briznas piratas de poison-dior; todo al ritmo de redemption songs. Si tan solo pudiera distinguir el aroma del llamao, aceite que te compraste en la botánica del callejón y que con fervor untaste en todos tus íntimos escondrijos.

Ningún signo terrenal.

Observo con detalle las lentas estelas de dulces delicados-cannabis-faritos- camels-raleighs-marlboros-alas-bensons que se elevan, se entrecruzan se retuercen y envuelven la luz azul-bermeja de rincón; los húmedos mapas que se forman alrededor de sobacos fumantes; la cerveza que se evapora del fondo de caguamas oscuras y se confunde con el olor picante de los mingitorios, otra vez al fondo del tugurio. Vaginas y testes jadeantes, carcajadas…

Ninguna señal.

Salgo y me agrego a la manada; ahora el montón tuerce hacia el oeste.

Quizás en el siguiente bebedero descubra una mancha en las paredes que me describa los huesos y la dermis de tu figura.